Apuntes

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El mundo existe independientemente de nuestras representaciones, aunque...
Imaginemos que un ser humano ha sido sometido a una operación por un diabólico científico. El cerebro de tal persona ha sido extraído y colocado en una cubeta de nutrientes que lo mantienen vivo. Las terminaciones nerviosas han sido conectadas a una computadora supercientífica que provoca en esa persona la ilusión de que todo es perfectamente normal. Parece haber gente, objetos, cielo, etc.; pero en realidad todo lo que la persona está experimentado es resultado de impulsos electrónicos que se desplazan desde la computadora hasta las terminaciones nerviosas. La computadora es tan ingeniosa que si la persona intenta levantar la mano, el feedback que procede de la computadora le provocará que "vea" y "sienta" que su mano está alzándose. También puede borrar la memoria de funcionamiento del cerebro de modo que la víctima crea que siempre ha estado en ese entorno. La víctima puede creer incluso que está sentado, leyendo estas mismas palabras acerca de la suposición, divertida aunque bastante absurda, de que hay un diabólico científico que extrae cerebros de los cuerpos y los coloca en una cubeta de nutrientes que los mantiene vivos...
En lugar de imaginar un solo cerebro en una cubeta, podemos imaginar que los seres humanos (quizá todos los seres sintientes) son cerebros en una cubeta. Por supuesto, el diabólico científico tendría que estar fuera -¿o querría estarlo?. Quizá no exista ningún diabólico científico, quizá (aunque esto es absurdo) el mundo consista en una maquinaria automática que está al cuidado de una cubeta repleta de cerebros y sistemas nerviosos.
Supongamos esta vez que la maquinaria automática está programada para ofrecernos a todos una alucinación colectiva, en lugar de unas cuantas alucinaciones separadas y sin relación. De forma que cuando me parece estar hablando con usted, a usted le parece estar oyendo mis palabras. Mis palabras no llegan realmente a sus oídos, por supuesto porque usted no tiene oídos (reales), ni yo tengo boca o lengua reales... En este caso nos comunicamos realmente (por medio del desplazamiento de los impulsos aferentes desde nuestro cerebro hasta el ordenador), hasta cierto punto. Yo no estoy equivocado con respecto a su existencia real (sólo lo estoy con respecto a la existencia de su cuerpo y del "mundo externo", aparte de los cerebros. En cierta medida, tampoco importa que "el mundo entero" sea una alucinación colectiva; después de todo, cuando me dirijo a usted, usted oye realmente mis palabras, si bien el mecanismo no es el que suponemos.)
(Hilary Putnam. Cerebros en una cubeta. Razón, verdad e historia.)
O, como escribió Wittgenstein en uno de sus diarios:
¿Qué sé sobre Dios y la finalidad de la vida? Sólo sé que este mundo existe.
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Más allá de la posible adicción o blog-adicción manifiesta; de esa ansiedad que, al parecer, señala Mercury News (vía Coctelera) como causante de agobio y agotamiento; de esa sensación anómala que genera la obsesión o la falta de adecuación al medio, está (y ahora empiezo a comprobarlo) la carga innecesaria de lo cronológico, la deuda inaplazable de la fecha que, ante nuestro propio asombro, dictamina cómo, dónde y cuándo se deberá dejar constancia de lo pensado, se cubrirá de signos la pantalla vacía y el cerebro vacío de lo pensado, el vacío más completo e incompleto, cuando en realidad lo que a uno se le antoja son los espacios abiertos donde pasear, así, sin rumbo fijo, donde parar (o no parar) dependiendo del azar y no del tiempo; cuando a uno lo que en verdad le apetece es conversar y luchar consigo mismo (¿con quién sino?) en este paseo interminable hacia la buena vida, hacia la vida sana, al aire libre muchas millas para escribir un artículo, desconectado o conectado a la buena de dios o a la mala (incluso) del diablo, cubierto de polvo, nieve o restos de intuiciones, sin ansiedad al fin, agobio, adicción, ni agotamiento.
2 comentarios
Enrique -
Otis B. Driftwood -
Porque si la base de toda su filosofía es "pienso, luego existo", y luego viene uno y le suelta, "vale, pero... defíname 'pensar', en 25 palabras o menos",al pobre don Renato le da un soponcio :-)
Un abrazo, Enrique. Últimamente entro mucho y hablo poco. Será que me estoy volviendo demasiado pragmático. ¿Algo de Dewey no tendrás por ahí? ;-)